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viernes, 28 de agosto de 2020

El Kosongo

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Saludos Lectores

Un volcán de lodo es una forma menor del relieve formada por un cráter y un cono volcánico de poca altura pero bastante extenso debido a la escasa pendiente y cuyo origen no está relacionado con las verdaderas formaciones volcánicas salvo alguna que otra excepción, como sucede en el Parque Nacional de Yellowstone (Wyoming, Estados Unidos), sino que se deben a emanaciones de gas relacionadas con los yacimientos petroleros.[1]​ Pueden verse en Venezuela, Colombia, en casi todos los países petroleros y en algunos países del sur de Europa (Italia, Rumania), en el sureste asiático y en otras partes. La mayor concentración de este tipo de volcanes se encuentra en los alrededores del mar Caspio: aproximadamente, unos 300 (entre más de 700 conocidos en todo el mundo), se encuentran en esta zona. En algunos países, como sucede en Italia, reciben el nombre
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lunes, 24 de agosto de 2020

Actualizaciones con el COVID 19

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Casi al mismo tiempo que la pandemia de coronavirus comenzaba a traspasar fronteras como un tsunami imparable, laboratorios de todo el mundo iniciaban una carrera contra reloj para encontrar una vacuna que pueda contrarrestar al nuevo patógeno. No es el único recurso científico para detener al virus, pero sí el más importante. Las investigaciones siempre parten de la premisa de que el desarrollo de vacunas se caracteriza por un alto nivel de fracaso, pero los proyectos en marcha son 160, de los que 23 se encuentran en fase avanzada, y nunca antes la comunidad científica internacional había actuado tan coordinadamente ni con tantos recursos para solucionar un problema.
 
Los contagios declarados en todo el mundo rondan los 23,5 millones, mientras que los fallecimientos se aproximan a los 810.000, según los datos que recopila la Universidad Johns Hopkins. En total, hay 213 países y territorios heridos por el zarpazo de la enfermedad, prácticamente todos los del planeta, por lo que hallar una vacuna contra el nuevo coronavirus se ha convertido en una cuestión de máxima prioridad. Repasamos algunos de los puntos más importantes que caracterizan a este gran reto científico:

¿Por qué es importante una vacuna contra el coronavirus? 

Hasta que no se encuentre una vacuna efectiva, el coronavirus SARS-CoV-2 podrá circular libremente por las personas, que estarán expuestas al patógeno. El nuevo virus ha demostrado una capacidad de contagio superior a la que en un principio se estimó, lo que le ha permitido propagarse a lo largo y ancho del mundo de una manera explosiva.

Medidas como la higiene, el uso de mascarillas o el distanciamiento físico seguirán siendo muy efectivas, y pueden frenar el ritmo de contagios hasta niveles de relativa seguridad, pero el regreso a la situación anterior a la pandemia va a depender del hallazgo de soluciones terapéuticas. Dentro de estas, la vacuna es la más importante.

¿Cuántas fases debe superar una vacuna?

Antes de cualquier prueba clínica en humanos, el candidato a vacuna debe superar una Fase 0 o preclínica, que incluye pruebas in vitro y en animales. La vacuna debe demostrar que es segura y que funciona en los organismos animales. Si lo hace, puede pasar al estudio clínico en seres humanos, que se divide a su vez en en tres fases, con una cuarta opcional:

Fase 1: La vacuna se prueba en pequeños grupos de entre 20 y 100 personas sanas. El estudio se centra en confirmar que es segura y efectiva, identificando posibles efectos secundarios y determinando la dosis adecuada.

Fase 2: Es un estudio a mayor escala en el que participan varios cientos de personas. Aquí se evalúan los efectos secundarios más comunes en el corto plazo y cómo reacciona el sistema inmune.

Fase 3: Es un ensayo mucho más grande en el que participan varios miles de voluntarios. Se compara cómo evolucionan las personas que fueron vacunadas respecto a las que no. También se recolectan datos estadísticos acerca de la efectividad y la seguridad. Esta fase también sirve para detectar otros posibles efectos secundarios que hayan pasado desapercibidos en la Fase 2.

Posible fase 4: Muchas vacunas se someten a una Fase 4 después de que la vacuna haya sido sido aprobada. El objetivo es recabar aún más información que pueda reforzar su seguridad y eficacia.


Además de la vacuna, ¿qué otros tratamientos hay?

Los posibles tratamientos se han multiplicado en los últimos meses. En el portal estadounidense clinicaltrials.gov, donde se lleva la cuenta de los ensayos clínicos sobre COVID-19 en todo el mundo, hay ya registrados más de 3.000, de los que 147 se estarían desarrollando en España.

Los fármacos representarían la otra gran línea de investigación en la lucha contra el coronavirus. Se calcula que a nivel internacional hay alrededor de 200 nuevos medicamentos en vías de investigación para combatir el nuevo coronavirus, la mayoría de los cuales serían antivirales.

Estos medicamentos, administrados de manera individual o en combinación con otros, se dividirían principalmente en tres grupos:

Los destinados a impedir que el virus progrese dentro del organismo humano.

Los destinados a calmar la respuesta del sistema inmune (en los cuadros más graves de la enfermedad se desencadena una reacción inmunológica exagerada y potencialmente mortal, denominada "tormenta de citoquinas").

Los basados en anticuerpos, bien obtenidos en laboratorios o bien procedentes del plasma sanguíneo de pacientes que han superado la enfermedad.

Los tratamientos que se han utilizado desde el principio de la epidemia se han orientado a tres objetivos: antiviral, antiinflamatorio y antibiótico (las infecciones virales se asocian con frecuencia a infecciones bacterianas). Sin embargo, la evidencia clínica ha hecho que con el paso de las semanas se hayan añadido otros medicamentos como antitrombóticos o anticoagulantes.

Existe una serie de fármacos que ya han demostrado su eficacia con otras enfermedades , y que se han probado un cierto éxito con la COVID-19, aunque todos ellos se encuentran aún en fase de evaluación. Es lo que se conoce como "reposicionamiento de medicamentos", que presentan la ventaja de que la seguridad clínica ya está probada.

Entre estos, sobresale de una manera muy significativa la dexametasona, un fármaco barato y de fácil acceso en todo el mundo que puede ayudar a salvar vidas de pacientes que sufren complicaciones respiratorias severas, según un estudio de la Universidad de Oxford. El equipo investigador cree que el tratamiento a base de dosis bajas de esteroides supone un gran avance en la lucha contra la COVID-19, al reducir en un 33% el riesgo de muerte de los pacientes más graves, los que se encuentran conectados a ventiladores mecánicos.

En cuanto a antivirales, destaca el remdesivir, un medicamento desarrollado inicialmente contra el ébola y que se ha convertido en el primero aprobado por la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) para su comercialización en la Unión Europea. Se trata de un fármaco que evita que el virus se replique en el organismo, y solo está indicado para tratar a pacientes con COVID-19 que se encuentren en estado grave. Hay que tener en cuenta que efectivamente supone un beneficio para estos enfermos, aunque sus resultados en cuanto a eficacia no dejan de ser discretos.

ref: https://www.rtve.es/noticias/20200824/se-sabe-vacuna-contra-coronavirus/2013431.shtml