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Las pirámides son una de las construcciones más misteriosas
a las que el ser humano actual ha de enfrentarse para poder conocer a
los que le precedieron. Desde Egipto hasta México, son muchas las culturas
del mundo que, en principio, jamás tuvieron ninguna relación entre sí y sin
embargo decidieron edificar estos portentos arquitectonicos. Decenas son
las hipótesis de sus construcciones, aunque lo único que se sabe a
ciencia cierta es que no todas fueron edificadas de la misma manera y
tampoco por los mismos motivos.
Las de Giza se encuentran alienadas con gran
exactitud con el cinturón de Orión y en Chichén Itza, en México, si
aplaudes justo en frente de la escalinata, el sonido rebota en forma de eco
distorsionado que suena muy parecido al canto de un Queztal. Ya sean meras
casualidades o todo fruto de una ingeniería portentosa, lo cierto es que esta
clase de anécdotas aportan aún más misterio si cabe a las civilizaciones que
pasaron por la tierra antes que nosotros. Pero, de entre todos los lugares
recónditos del mundo, quizá haya uno que es el más secreto de todos.
La pirámide más recóndita
Se encuentra en Samoa, en la Polinesia. No se oye un
ruido, solamente el canto de algún grillo lejano y el sonido que el viento hace
contra las hojas de los árboles. La espesura verde es tal que es imposible
saber dónde te encuentras si no alzas la cabeza hacia el inconmensurable
cielo. Entre todo ese enorme bosque que cubre una isla oceánica, se erige la
estructura más antigua y grande de la Polinesia: Pulemelei Mound.
Esta pirámide está construida con piedras de basalto y tiene
una altura de, aproximadamente, 12 metros en el borde sur y siete en el
norte. Las excavaciones (su cartografía comenzó en 1965) han revelado que
probablemente se construyó en algún momento entre los años 1100 y
1400 y que dejó de usarse, por motivos desconocidos, entre 1700 y
1800. El montículo fue construido con una plataforma base hecha
de piedras volcánicas.
No se sabe si la pirámide fue erigida para ritos
ceremoniales o si, por el contrario, se usaba para un curioso deporte: la caza
de palomas
"Cuando comenzó a excavarse", indica en 'BBC' el
arqueólogo Greg Jackmond, del Centro de Estudios de Samoa, "a
principios de los años 2000 encontramos que podía haber sido creado con
propósitos ceremoniales. La clave es descubrir si realmente se realizaban estas
reuniones en la base de la pirámide". Sin embargo, muchos autóctonos
de la zona parecen tener otras ideas: "Recuerdo haber oído en alguna
ocasión que el Pulemelei se utilizaba para un motivo más frívolo: la
caza de pájaros", cuenta un habitante. El problema es que, al encontrarse
en un bosque tan espeso, este ha obstaculizado las investigaciones.
En los años 70, los estudios realizados por Jackmond
registraron 3.000 elementos, entre los que se incluyen plataformas y
vallas de piedra, caminos y hornos de tierra. El trabajo arqueológico fue
realizado durante los años 2002-2004. El propósito de la excavación era
comprender la cronología del montículo y el asentamiento circundante y su
relación con el origen y desarrollo de los cacicazgos polinesios y la
estratificación en Samoa. El nuevo mapeo láser ha descubierto una enorme red de
ruinas bajo la base, lo que indicaría que hay un asentamiento entero
enterrado. Este sistema se ha usado frecuentemente en otras ruinas de zonas
como Guatemala o Camboya.
Igualmente fascinantes son los llamados montículos
estelares, que salpican muchas partes de Samoa. Mediante escaneo aéreo se han
descubierto recientemente más de 80 de estas formas, ubicadas algunas en terrenos
de difícil acceso. La gran magnitud de la construcción de los montículos
estelares sugiere que eran estructuras muy importantes para las culturas
que los usaron y que en su mayoría están construidas de tierra y piedra en
varios tamaños y formas. Generalmente tienen esa forma de estrellas con las que
se los ha bautizado, con cinco u ocho brazos pero, como sucede con el
Pulemelei, nadie se pone de acuerdo en si estos montículos tenían una gran
importancia social y ritual o simplemente se utilizaban para el curioso deporte
de cazar palomas.
Los montículos estelares también forman parte de la isla, son
estructuras con cinco u ocho brazos que los habitantes, hasta hace poco,
desconocían
"Como sucede en un pueblo, que no encuentras únicamente
una iglesia, con estos montículos estelares sucede algo parecido", explica
Jackmond. "Están en todas partes y muy cercanos unos de otros, por eso
tendemos a pensar que tenían un propósito ritual importante, quizá para
adorar a múltiples deidades, más allá del hecho de cazar a las palomas que se
comían las frutas (que eran manjares reservados para los jefes de las aldeas)".
Mucha gente que vive en la zona jamás se había fijado en que los montículos
estaban ahí, hasta que llegaron las excavaciones arqueológicas.
Samoa es diferente y aún no se ha podido conocer el motivo
por el cual estas edificaciones dejaron de usarse hace unos 200
o 300 años. No obstante, las excavaciones arqueológicas podrían responder
en el futuro esta pregunta. Los samoanos están impacientes: "Creo que la
arqueología puede ayudar a los más jóvenes a conocer nuestra cultura. Estamos
verdaderamente orgullosos de este proyecto"
ref:
:www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2019-11-01/piramide-misteriosa-mundo-samoa-historia-861_2308175/